Con "El accidente del piano", Quentin Dupieux juega la carta brutal
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Aquí abajo todo es horrible, más que nunca. Magalie Moreau, conocida como "Magaloche", tiene todo el derecho a estar enojada —contra todos, contra todo y contra cualquier cosa— porque es insoportable tener como única perspectiva de la existencia la imperativa tarea de revolcarse 24/7 en la fealdad, la estupidez y la injusticia del mundo. Al verla masacrarse en plataformas de video en videos cada vez más ingeniosamente brutales —¿qué se siente al ser atropellado por un camión monstruo o al que te destroce las piernas con un bate de béisbol el pasajero de un coche a 130 km/h?—, el público masivo de la joven que se convirtió en estrella de internet gracias a la insensibilidad congénita al dolor (ICD) quizá no se haya dado cuenta del todo, pero sin duda existe una conexión con su profundo odio a todo y con lo que se ha infligido desde la adolescencia para entretener a la galería. Y como el mundo es lo que es —horrible, por lo tanto—, a la galería probablemente le da igual.
Así, con el paso de los años, Magalie Moreau se ha convertido en una mutante: una masa supercompacta de resentimiento, ira, músculos, huesos y tendones permanentemente destruidos y remendados, un doloroso símbolo sexual bajo su anárquico peinado juvenil y los anillos que ocultan su sonrisa, como la imagen del infierno en la tierra del que es un símbolo viviente. Una mutante al servicio del espectáculo y su sociedad degenerada, eminentemente «dupieuxiana» en su look de estrella contraria a lo convencional.
Libération